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por Gustavo Masutti Llach
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De acuerdo con las estadísticas, este tipo de historias son muchísimo más comunes ahora que en 1930. Lejos de los tiempos del compromiso romántico con el varón con una rodilla en tierra y un anillo en la mano proponiendo amor eterno a una dama extasiada o del “pedido de mano” a los padres, cada vez más son los que posponen o reprimen la idea del matrimonio por temor. Algunos hasta llaman al matrimonio “tumba del amor”. Sin embargo, muchas veces lo que se esconde detrás de esa frase rebelde es miedo. Clínicamente se habla de "gamofobia", que es la fobia a casarse y es el pánico a la relación de pareja, con dos aspectos: temor a la sexualidad y temor a la dependencia.
Los motivos del miedo
Marisa tiene 29 años y es médica. Ella se desempeña en el área de pediatría del Hospital Ramos Mejía de Benos Aires. Hace siete años que está en pareja con Julián, a quien conoció en la Universidad, pero aunque se llevan muy bien, no se casan. “El trata de convencerme –confiesa- pero yo no cedo. Primero intentó por el lado emocional y me hablaba de los ‘hitos’ de una relación. Cuando se dio cuenta de que por ese lado no conseguiría nada se volvió pragmático: Empezó a hacer cuentas y a demostrarme cuánto dinero nos ahorraríamos si compartiésemos la vivienda. Pero no hay caso, por más que lo amo, no me interesa atarme de ese modo. Estoy en una etapa ascendente de mi carrera y no es el momento para distraerme. Aparte, toda mi vida viví con mis padres y ahora que por fin pude independizarme (hace menos de un año) no voy a coartarme la libertad. Habrá un momento para pensar en el casamiento y los hijos. Está claro para mí que no es ahora”.
Ya en los ´90, en su libro “El temor al compromiso”, los psicólogos estadounidenses Steven Carter y Julia Sokol afirmaban que la gamofobia, lejos de ser un problema exclusivamente masculino, también afectaba a muchas mujeres. “El matrimonio –escriben- dejó de ser la meta y la condición fundamental para ser alguien en la vida. Ahora las mujeres tienen sus empleos, sus profesiones y grandes posibilidades de progresar en sus carreras. Así, la mayoría tiene miedo de quedar encerradas en una relación tradicional y poco feliz”.
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Ellos también
Raúl tiene 35 años y es un empleado administrativo de una compañía de seguros. Desde su adolescencia tuvo decenas de romances furtivos (algunos simultáneos, en honor a la verdad) pero nunca se comprometió. “Es extraño –se sincera- pero es como si tuviese una barrera invisible. Cuando la relación pasa los dos meses suena una alarma adentro de mi cabeza y a partir de allí me pongo tan distante y frío que nunca llegan a los tres meses. Salvo una vez, que estuve un año con una chica, pero al final ella me dejó. Toda mi familia me presiona para que formalice pero no hay caso. Hasta llegué a tomar un par de sesiones de psicoanálisis pero me sentí muy tonto luchando para hacer algo que no me interesaba para nada y lo dejé. Simplemente no tengo ganas de tener esa responsabilidad, ¿Es tan difícil de entender? Por otro lado, todas las chicas que conozco, antes de la tercera salida ya me preguntan cuánto gano o qué automóvil manejo. Puedo adivinar que en algún momento voy a tener que mantenerlas económicamente y no me interesa asumir ese rol. Por otra parte, me cuesta ser fiel porque en poco tiempo me aburro. Después de todo, el matrimonio es una institución antigua a la que cada vez menos gente le da importancia. Y no es garantía de felicidad: mis padres se separaron cuando yo tenía 12 años y fue todo un gran trastorno”.
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El psicólogo argentino Francisco Isura tercia: "Se observa en las personas una tendencia al individualismo al tiempo que se pierde de vista al otro, hay como un desencuentro, una desconexión con el prójimo. Los nuevos valores como la levedad y la eterna juventud son comunes, hay una negación del paso del tiempo, de lo histórico, de los procesos, y esto se presenta con gran frecuencia. Todo es ‘cool’, ‘soft’ o ‘light’". La búsqueda del éxito y la inmediatez son para muchas personas los objetivos a alcanzar en una cultura utilitarista. Es decir que eres alguien en la medida en que puedas dar algo. Creo que con valores efímeros no se pueden construir proyectos a largo plazo. Cuando una relación no se produce luego de varios intentos a lo largo de un tiempo, o ésta se presenta con total precariedad, emerge un sentimiento de desesperanza, hay una pérdida de expectativas, irrumpe el miedo a relacionarse y a que todo deje de ser fantástico de un momento a otro. Esto lleva a un aislamiento porque hay mucho miedo al encuentro con el otro, ya que enfrenta sus miserias con las de uno".
Miedo al amor
“El miedo o fobia al matrimonio viene reforzado por las experiencias que las personas han vivido y visto a su alrededor - suma Enriqueta Davis-. Si se procede de un hogar en donde el matrimonio se rompió y se vivió al cuidado de la madre o la abuela sin una figura masculina o se ha sufrido de falta de responsabilidad materna, la persona en cuestión va a tener muchas dudas acerca de unirse en matrimonio. También tenemos a quienes han convivido mucho tiempo y al casarse termina la relación; entonces se responsabiliza a la institución del matrimonio y no es así, en realidad la razón para que este tipo de cosas ocurran es que se enfoca al matrimonio como el aval de una propiedad. Cuando la pareja no está casada se siente compelida a tener una relación más armoniosa y a cuidar a su media naranja. Con el matrimonio, sienten que son propietarios de la otra persona y comienzan a tener actitudes que van deteriorando la relación, pues a nadie le gusta sentir que es propiedad de otro u otra”.
En el artículo “Atreverse a amar” del diario Los Andes, el psicólogo argentino Francisco Isura afirma: “Si uno quisiera enriquecer el mundo interior, el de los sentimientos, una de las propuestas es revisar los afectos personales, saber con qué uno cuenta y a partir de ahí predisponerse, pero me parece importantísimo revisar el por qué de la poca tolerancia a enfrentar frustraciones o cambios en pos de una vida afectiva con otro ser. Hay muy poca tolerancia y en la primera de cambio se rompe el vínculo ya sea reciente o de larga data. La imposibilidad de relacionarnos afectivamente en armonía y plenitud está arrojando consecuencias muy dañinas, así cada vez hay más consultas al analista, adicciones y suicidios, la sensación de tristeza tarde o temprano llega. De todos modos no se puede generalizar en cuestiones tan personales como la que nos ocupa. Hay quien resuelve su soltería prolongada de manera sana, llenando tiempo, espacio y afectos con amistades, satisfacción profesional o participación social activa. Imaginemos que no todas las personas viven en compañía de una pareja y sin embargo alcanzan una gran paz interior y por qué no una envidiable versión de la felicidad”.
Desde luego, y como asegura el psicólogo estadounidense Rüdiger Dahlke en su libro “Las etapas críticas de la vida”: “Cuanto menos se hayan superado las crisis precedentes de la vida, tanto mayores son las hipotecas que se llevan al matrimonio”.
Lo cierto es que más allá del discurso, lo que se está poniendo en juego a la hora de rechazar los compromisos de pareja es la imposibilidad de relacionarse. La incapacidad de amar realmente sin ataduras. ¿O acaso el negarse a las ataduras no lo es también?
Debe existir un equilibrio entre la protección de la autonomía y las intenciones de formar parte de un todo; debería dejarse el cultivo narcisista porque quienes se mantienen en una actitud defensiva, mirando al compromiso como perjudicial a la propia realización personal, manifiestan desconfianza en la integración a un todo y miedo frente a ser absorbidos por este proceso. Y darse cuenta que la mirada de los demás puede influir pero no debería determinar. Y a veces la resistencia a “darle el gusto a la sociedad” se puede volver en contra. Es cuestión de perspectiva.
Por ejemplo, en el artículo “La nueva angustia frente al matrimonio de www.lightning.prohosting.com se postula: “Actualmente se piensa que si un joven se dedica a criar sus hijos, está perdiendo los mejores años de su vida, pero podría ser al revés: por medio de la crianza se dan más las posibilidades de la propia afirmación, de consolidación de la identidad y de responsabilidad independiente. En la educación de los hijos se produce la reconciliación con los padres y la liberación del amor - odio que les perturbaba, por medio de una nueva comprensión de los problemas que tuvieron cuando los criaron a ellos”. Como se ve, en definitiva, todo pasa por el punto de vista.
Mirar y actuar
Tal vez el gamofóbico decide que es tiempo de dejar la soledad. Lo aconsejable es una terapia seria y una revisión de la propia historia. Sin embargo, hasta entonces, Sokol y Carter aconsejan: “Reconocer los conflictos y asumir que hay que afrontarlos. Conviene revisar las fantasías acerca del compromiso, estar atentos a en qué momento de la relació aparece el miedo y por qué. Luego, hay que definir a qué se le tiene miedo (¿perder la libertad, ser desdichado?) e ir a fondo. Una vez resuelto esto hay que comprometerse con uno mismo y con su vida. El gamofóbico suele pensar que todo se solucionará cuando aparezca una persona perfecta. Debería pensar lo contrario: si no cambia su cabeza, nadie le vendrá bien. Ya en este punto hay que tener cuidad con la ansiedad y las dudas. Ante la futura relación hay que relajarse y cuando aparezca la crisis tomar distancia sin definir nada de un modo alocado. Y sobre todo, empezar a tomarse en serio la próxima pareja. Después de todo, ¿alguien se imagina cómodo ante una película de Julia Roberts en la que al final ella no se casa?
RECUADRO:
Opiniones como en botica
Como todos los temas que tocan lo íntimo, el compromiso con una pareja genera interesantes discusiones. Y para ilustrarlo sirven los debates de los sitios de internet, donde se puede opinar sin vergüenza. Como botón de muestra aquí va una serie de comentarios seleccionados del foro www.hartas.com:
Niky: “El compromiso es una actitud mental y emocional al que casi todas tememos por varias razones. Una de ellas es el miedo a decirle a la otra persona: 'Te amo y quiero estar a tu lado por siempre’, porque sientes en ese momento que se te escapa la libertad. Me ha pasado y lo peor es que a veces al decirlo y aceptarlo frente a la persona que amas estás mostrando tu punto más vulnerable, por lo tanto corres el riesgo de que te puedan dañar y eso es algo que a nadie le gusta. Así es la vida, queremos cuidarnos tanto de que no nos dañen que podemos ser muy infelices”.
MM : “No creo que no haya personas dispuestas al compromiso, hay personas con MIEDO a ser lastimadas. En el fondo, todos necesitamos saber que hay alguien especial”.
Carloto: “No sé si puede servir de algo mi vivencia a las personas que sí aceptan el compromiso. Llevo muchos años con mi chica y sigo temiendo la palabra compromiso, aunque en el fondo lo necesito para poder vivir mi relación con plenitud. Sin embargo, cuando hablo con ella me niego a reconocérselo, es como si por ello perdiera el último reducto de mi independencia. No quiero que sepa que me he entregado en cuerpo y alma, no quiero tampoco oírmelo decir, y sin embargo es verdad”.
Rolo: “El tema me hizo recordar a la mujer que aún amo. ‘Compromiso’ fue la palabra que nos alejó, porque ella no lo quería y yo sí. Al leerte confirmo que se trata solamente de una palabra. Que se puede decir sin estarlo y se puede negar un compromiso estando tan enamorado que entregas todo por la mujer amada. El compromiso entonces se demuestra en los hechos, no en las palabras y ella, mi Ale, no está enamorada de mí. Y cómo duele...”
Andrea: “Toda la vida mi familia me ha machacado la cabeza con esto del compromiso, la fidelidad y la decencia. Siempre he intentado cumplir con sus peticiones, y hacerlos felices. Sin embargo no todas las personas están formadas por el mismo material. No todo mundo desea estabilidad y monotonía. Tampoco existe la persona perfecta a quien entregarse. Lo más cercano será conocer a alguien que te aguante lo suficiente un tiempo. ¿Por qué tenemos que pertenecerle a alguien? ¿Acaso somos objetos?.
FRASES
"El amor no es sólo un sentimiento. Es tambien un arte."
Honoré de Balzac (Novelista francés, 1799-1850)
"El amor es como el fuego, que si no se comunica se apaga." Giovanni Papini
"Cásate; si por casualidad das con una buena mujer, serás feliz; si no, te volverás filósofo, lo que siempre es útil para un hombre."
Sófocles (Poeta trágico griego, 496 a.C. - 406 a.C.)
"Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos."
Bertrand Russell (Filósofo británico, 1872-1970)
"La libertad es incompatilbe con el amor. Un amante es siempre un esclavo." A.L. Germaine
"El amor consuela como el resplandor del sol después de la lluvia." William Shakespeare (Dramaturgo inglés, 1564-1616)